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lunes, 22 de septiembre de 2014

UNIDOS EN ORACIÓN - SANTO ROSARIO - MISTERIOS DOLOROSOS -

“Con este rosario ato a todos mis hijos al Corazón Inmaculado de María”.

Padre Gobbi



 

INTENCIÓN ESPECIAL DE ORACIÓN
Oremos por la Iglesia de Cristo en la tierra, la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Oremos por todos los pastores de La Iglesia para que puedan conducir a sus rebaños a los brazos del Padre. Amén.
Para prepararse a rezar los Misterios Dolorosos del Santo Rosario, primero hacer un acto de alabanza y Reparación (como fue dado por Nuestro Señor):
Que el Nombre Sacratísimo, digno de toda adoración, incomprensible e inefable de Dios, sea por siempre alabado, bendecido, adorado y glorificado en el Cielo, en la tierra y bajo la tierra, por todas las criaturas de Dios y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del
Altar. Amén.




Pongamos en nuestra mente la Santa Faz de Jesús…. Nuestro Señor dijo: “Al ofrecerle Mi Faz a Mi Padre Eterno, nada será rechazado y se obtendrá la conversión de muchos pecadores”:
Padre Eterno, te ofrezco la Adorable Faz de tu Amado Hijo, para honra y gloria de tu Nombre, por la conversión de los pecadores y la salvación de los moribundos, especialmente en esta Ciudad (el nombre de tu ciudad o población) y en todas las ciudades de este mundo.
Amén.
ORACIÓN DE INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
Ven Espíritu Santo y llena los corazones de Tus fieles, enciende en ellos el fuego de Tu amor. Envía Tu Espíritu y así serán creados.
Y renovarás la faz de la Tierra.
Oremos: ¡Oh!, Dios, que enseñaste a los corazones de los fieles mediante la luz del Espíritu Santo, permítenos, por la gracia del mismo Espíritu Santo, que siempre seamos realmente sabios y siempre nos regocijemos en Su Santo Consuelo a través de Cristo nuestro Señor.
Amén.
Rezar el Credo, el Padre Nuestro, 3 Avemarías, el Gloria y Oh Mi Buen Jesús; continuar con las siguientes meditaciones en cada misterio.

PRIMER MISTERIO DOLOROSO

LA ORACIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ

Después de contemplar a Nuestro Santísimo Señor arrodillado en el Huerto de Getsemaní, y ver sus Santos Poros abiertos tras derramar su Preciosa Sangre.Oremos:
Oh, Santísimo Jesús, te invoco por mediación de tus Santas Llagas; pongo en cada uno de tus Poros abiertos, durante tu santo dolor y agonía, a todos los que están en los medios de comunicación, especialmente, a aquellos que crean y deciden lo que nosotros y nuestros hijos vemos, escuchamos y leemos. Pido especialmente por quienes activamente promueven la pornografía, la perversión, la inmoralidad, la falta de pudor y lo oculto, en películas, internet, revistas, y sobre todo en televisión.
Oro por mediación de tu Preciosísima Sangre, y te pido que con ella queden selladas dentro de tus Santas Llagas, cada una de esas personas. Señor Jesús, ato en tu Santo Nombre, todo mal que pueda corromper a dichas personas, e invoco tu Divina Justicia y tu Divina Misericordia para con ellos.
Amén.
Al final de cada misterio rezar un Padre Nuestro, 10 Avemarías, el Gloria y Oh Mi Buen Jesús.

SEGUNDO MISTERIO DOLOROSO

LA FLAGELACIÓN

Después de contemplar a nuestro Santísimo Señor encadenado a la columna de la flagelación, y ver su Santa Carne abierta y desgarrada.
Oremos:
Oh, Santísimo Jesús, te invoco por mediación de tus Santas Llagas; y pongo dentro de cada una de las heridas más abiertas y profundas en tu Santísima Espalda, que en una dejó expuesto tu Sagrado Hueso, a todos los líderes del mundo y a aquellos que se encuentran en el gobierno y la política, especialmente a aquellos que buscan coartar la libertad.
Oro por mediación de tu Preciosísima Sangre, y te pido que con ella queden selladas dentro de tus Santas Llagas, cada una de esas personas. Señor Jesús, ato en tu Santo Nombre, todo mal que pueda corromper a dichas personas, e invoco tu Divina Justicia y tu Divina Misericordia para con ellos.
Amén.

TERCER MISTERIO DOLOROSO

LA CORONACIÓNDE ESPINAS

Después de contemplar a Nuestro Santísimo Señor empapado en su Sacratísima Sangre, desgarrado y magullado por los golpes, sin apenas poder respirar; y ver cómo es azotado y como le encajan la corona de la burla perforando profundamente su Sagrada Cabeza.
Oremos:
Oh Santísimo Jesús, te invoco por mediación de tus Santas Llagas; pongo dentro de estas inefables y punzantes heridas mortales, causadas por esas espinas como dagas, a todos los que se encuentran en el medio de las finanzas y el comercio; especialmente, a aquellos que han vendido o venderán sus almas eternas, por avaricia o por su ambición de poder.
Oro por mediación de tu Preciosísima Sangre, y te pido que con ella queden selladas dentro de tus Santas Llagas, cada una de esas personas. Señor Jesús, ato en tu Santo Nombre, todo mal que pueda corromper a dichas personas, e invoco tu Divina Justicia y tu Divina Misericordia para con ellos.

CUARTO MISTERIO DOLOROSO

JESÚS CARGA LA CRUZ

Después de contemplar a Nuestro Santísimo Señor caído por tercera vez, sus Santos Pies terriblemente deformados, sus Santas Piernas desgarradas, sus Amadas Rodillas destrozadas, sus Santísimas Manos, Brazos y Codos tan magullados, golpeados y atormentados por atroces dolores. Sobre todo amado Jesús, recordamos la herida de tu Sagrado Hombro sobre el cual cargaste tu amada Cruz. Esa herida que causó en tu Santa Carne y Huesos, una mayor angustia y dolor que cualquier otra Santa Herida. Tu Carne tan desgarrada dejó tus Huesos al descubierto.
Oremos:
Oh, Santísimo Jesús, te invoco por mediación de tus Santas Llagas; pongo en lo más hondo de esos tormentos salvíficos, a todos los que tienen autoridad sobre otros, desde la más simple autoridad, hasta la de aquellos que tienen en sus manos la vida y el destino de los demás.
Oro por mediación de tu Preciosísima Sangre, y te pido que con ella queden selladas dentro de tus Santas Llagas, cada una de esas personas. Señor Jesús, ato en tu Santo Nombre, todo mal que pueda corromper a dichas personas, e invoco tu Divina Justicia y tu Divina Misericordia para con ellos.
Amén.

QUINTO MISTERIO DOLOROSO

LA CRUCIFIXIÓN

Después de contemplar a Nuestro Santísimo Señor clavado en la Cruz, sufriendo una muerte dolorosísima y atroz; con su pensamiento atormentado centrado en nosotros, en nuestra redención y salvación, finalmente entregándonos al cuidado de Su Madre,
Oremos:
Oh Santísimo Jesús, te invoco por mediación de tus Santas Llagas; pongo en lo más profundo de cada una de las Llagas que sufriste en la Crucifixión, las de tus Amadas Manos, tus Santos Pies y la venerada Llaga de tu Sagrado Costado, a todas las familias, especialmente a aquellas dentro de la Ciudad de (mencionar tu ciudad), cuyos padres se han divorciado o están por hacerlo. Así mismo, a todos aquellos que han cometido el abominable pecado del aborto o que lo están contemplando y a todos aquellos que han sido víctimas de la perversión y el adulterio. Pongo también dentro de estas Santas Llagas, sangrientas y martirizantes, a todos los hijos de esas personas y familias, para preservarlos de la mancha por tales pecados y para conservarlos bajo la protección de la Sagrada Familia, libres de los deseos de la carne y de todo apego a las cosas de este mundo.
Oro por mediación de tu Preciosísima Sangre, y te pido que con ella queden selladas dentro de tus Santas Llagas cada una de esas personas. Señor Jesús, ato en tu Santo Nombre, todo mal que pueda corromper a dichas personas, e invoco tu Divina Justicia y tu Divina Misericordia para con ellos.
Amén.

Continuar con la Salve, la Oración a San Miguel Arcángel y repetir 3 veces “Jesús, María y José, los amo, salven almas”.


Un Padre Nuestro por Santo Padre el Papa Benedicto XVI.
Nihil Obstat e Imprimátur
Pedro Card. Rubiano Sáenz
Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia
Bogotá, 9 de julio de 2008
Imprimátur, P. José Francisco González González
Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Guadalajara
México, 18 de julio del 2011

www.fortheloveofgodworldwide.org

martes, 26 de junio de 2012

Testimonio de un sacerdote


México, D.F., a 1° de mayo de 2012


Queridos hermanos y hermanas:

Me dirijo a ustedes, mis compañeros y compañeras en este grupo de oración, en torno a los mensajes que Dios y su Madre Santísima quieren que conozcamos, a través de María de la Divina Misericordia.

Al comienzo del Mes de María, quisiera compartirles una experiencia que tuve hace casi 50 años y que aún sigue muy viva en mi corazón.

En los mensajes recibidos por María D. M., aparece en tres ocasiones la palabra “Garabandal” (ver los mensajes del 1 ene 2011, 19 feb 2011, y 31 may 2011). En el último de ellos, Jesús nos decía lo siguiente: “Las profecías dadas en Garabandal, ahora llegarán a ser una realidad. Prepárense para ese evento, pues sólo quedan unos pocos meses para preparar sus almas”. El primer evento extraordinario que está por llevarse a cabo es el Aviso, del cual nos habla con tanta frecuencia Jesús y su Madre. Desean vivamente que nos preparemos y les ayudemos a salvar almas, de modo que todos los hijos de Dios respondamos, con arrepentimiento y fe, a su Misericordia infinita, que experimentaremos de una manera extraordinaria en ese encuentro personalísimo con Jesucristo.

El próximo 18 de julio se cumplen 50 años de otro evento extraordinario, aunque de escala menor que el Aviso. Se trata del “milagruco” que tuvo lugar en Garabandal.

Efectivamente, en un pequeño pueblecito de la provincia de Santander (actual Cantabria), llamado San Sebastián de Garabandal, una niña de 13 años (Conchita González) recibió ese día de 1962 la Sagrada Comunión —de manera visible—, administrada por el Arcángel San Miguel. Unas pocas decenas de personas fuimos testigos de ese suceso.

Habían pasado las 12 de la noche, aunque estrictamente —según la hora solar— seguía siendo el miércoles 18. Conchita, desde hacía varias semanas, había recibido avisos del Cielo que la preparaban a aquel hecho singular; es decir, ella sabía que recibiría la Comunión de aquella manera fuera de lo común. En realidad, durante el tiempo en que duraron las apariciones de la Virgen (1961-1965) en varias ocasiones, las niñas videntes, tuvieron la ocasión de recibir la Comunión administrada por San Miguel. Esto sucedía cuando el sacerdote del pueblo, por alguna razón de su ministerio, no estaba en San Sebastián de Garabandal.

Aquel 18 de julio era fiesta en toda España: aniversario del Alzamiento Nacional, en la guerra civil de 1936 a 1939. Como es natural, había mucho alboroto: música, juego de bolos, gritos de los mozos del pueblo, etc. Algunos de los que pacientemente esperábamos en un descampado junto a la casa de Conchita, que estaba a las afueras del pueblo, decían que, con tanto ruido, el milagro no se llevaría a cabo. Pero no fue así. Gracias a Dios, papá, mamá y la pequeña tropa que les acompañaba (soy el mayor de siete hermanos), tuvimos la suficiente paciencia para no desesperarnos. 

Poco tiempo después de las 12 de la noche, Conchita salió de su casa con paso rápido y en éxtasis, hacia la calleja que estaba, al salir, a la izquierda. Los más jóvenes del grupo que esperábamos fuera, la seguimos —corriendo— y, en la mitad de la calleja, vimos cómo Conchita caía de rodillas. Tenía en la lengua una Sagrada Forma de color blanco, que mantuvo fuera de la boca unos pocos segundos. Fueron suficientes para que quienes estuvimos ahí pudiéramos dar luego testimonio de aquel “milagruco”. Conchita le llamaba así a aquel milagro, porque decía que el verdadero Milagro, que le anunció la Virgen para después del Aviso, vendría más tarde.

He de aclarar que Conchita y yo somos de la misma edad: le llevo exactamente 18 días. Esta circunstancia, tenía para mí un significado especial. Una chica de mi edad, veía a la Virgen y escuchaba mensajes suyos, para todo el mundo. Bastantes veces, durante aquel verano, vi en éxtasis a Conchita y a las otras niñas (Mari Loli, Jacinta y Mari Cruz). Tenían la cara iluminada y sonreían. A veces escuchaban asintiendo a lo que oían y otras veces movían los labios y hablaban con Nuestra Madre de las cosas más ordinarias de su vida. Tenían fija la mirada y dirigida hacia arriba. El éxtasis podía durar pocos o bastantes minutos. Unas veces las vi correr por las callejas empedradas del pueblo. Otras, rezar el piadosamente Rosario en la iglesia. En una ocasión vi como una tomaba a otra por los tobillos y la subía hacia arriba para que la Virgen la besara al despedirse. Aunque presenciábamos cosas extraordinarias, todo resultaba sencillo y familiar. Experimentábamos muy de cerca la presencia de Dios y de su Madre.

Recuerdo una ocasión en la que, en la casa de Conchita, unas pocas personas esperábamos que tuviera un éxtasis, pues así se lo había anunciado previamente la Virgen (Conchita decía que había tenido un “aviso”). Charlábamos con ella y con su madre cuando, de repente, Conchita cayó de rodillas, olvidada de todo lo que estaba a su alrededor. Ese día, Conchita ofreció a Nuestra Señora la medalla escapulario que llevaba y que aún conservo como una reliquia.

Me impresionaba especialmente que, cuando Conchita y las demás niñas no estaban en éxtasis, eran unas chicas sencillas, tímidas, y de pocas palabras. Durante el éxtasis se transformaban, como ya he dicho.

Estas experiencias dejaron una honda huella en mi alma. En el primer mensaje de la Virgen, Nuestra Señora había dicho a las niñas lo siguiente: "Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia. Tenemos que visitar al Santísimo con frecuencia. Pero antes tenemos que ser muy buenos. Si no lo hacemos nos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa, y si no cambiamos, nos vendrá un castigo muy grande” (18 de octubre de 1961). Además de estas palabras, también oí hablar entonces, sobre el Aviso y el Milagro, que anticiparían el Castigo (o Purificación), y que eran un gran regalo de Dios al mundo, para que nos convirtiéramos.

A partir de entonces, me tomé más en serio mi vida cristiana. Comencé a Comulgar y a asistir a Misa casi todos los días. Me confesaba con frecuencia. Rezaba el Rosario casi diariamente (muchas veces con mis padres que lo rezaron todos los días desde que se casaron, en 1946, hasta el final de su vida). Además, en esa época, gracias a la experiencia de Garabandal, comenzó a crecer mi fe, que se hacía más madura con el estudio. Percibía con más claridad el Amor de Dios y la necesidad de darlo a conocer a los demás. Todo eso me llevó, en pocos años, a una decisión de entrega total al Señor y luego a descubrir mi vocación al sacerdocio.

El 18 de julio del año pasado (2011), aunque me había desconectado casi por completo de lo que sucedía en torno a Garabandal, recordé con nostalgia lo que había vivido en 1962, y que había sido tan importante para mí. Busqué en Internet si había algo nuevo sobre esas  apariciones marianas, y me llevé una gran sorpresa. Leí deprisa el libro de Antonio Yagüe (Garabandal, 50 años después) y, al poco tiempo descubrí los mensajes de Jesús, a través de María de la Divina Misericordia.

No hace falta decir que los he leído todos, con un asombro cada vez mayor, por su verdad y seguridad doctrinal, su sencillez, su piedad y su autoridad que sobrecoge. Me parece que todas estas características exteriores, acompañadas por la gracia del Espíritu que se percibe en el corazón al leerlos y meditarlos, son pruebas muy fuertes de su autenticidad. Personalmente, doy testimonio de que me han ayudado mucho a orar más y mejor (oración contemplativa y también vocal, con las Cruzadas de Oraciones), y a tener un celo apostólico y un deseo más vivo por colaborar intensamente con el Señor por la salvación de todos los hombres.

Cada uno tenemos nuestra vocación personal y hemos de santificarnos donde la Providencia Divina nos ha colocado. Pero, indudablemente, es una gran gracia poder recibir ahora, estos impulsos tan fuertes del Señor, que os invitan a escucharle y a seguirle fielmente en todo lo que nos pide.

Con gusto, les mando —a todos y a todas— un saludo afectuoso, junto con mis oraciones y mi bendición de sacerdote,



P. Víctor C. S.

Foto: Garabandal 1962, (Conchita)